Alonso Arnaldo fundó en 1923 el único bar tienda del valle tinetense que cobija al río Xenestaza y que hoy sigue en manos familiares
L.N.E. (20/01/2011)
Puentecastro (Tineo)
Los cantares de los mozos y el sonido de los cencerros del «Folchequeiro» dejaron de sonar hace décadas en el valle tinetense de Xenestaza con la desaparición de las mascaradas de invierno. Alonso Arnaldo, vecino de Puentecastro, era uno de los enmascarados que recorrían los pueblos de la zona pidiendo el aguinaldo. Sus compañeros de comparsa le consideraban imprescindible pues su faceta como comerciante lo convertía en una persona conocida en toda la redonda. En 1923, cuando contaba veintinueve años de edad, Alonso y su esposa, Teresa Arnaldo Garrido, inauguraron un bar tienda que no abandonarían hasta su muerte, acaecida en 1982 y 1976, respectivamente.
«Cuando Alonso y su esposa se casaron, compraron una finca y construyeron el bar tienda, restaurante y fonda», comenta Carmen Rubio, nieta política del matrimonio. La situación del comercio era idónea. «Cada día se llegaban a juntar veinte caballos frente al establecimiento. Aquí se daban cita los vecinos de pueblos como Abedul, La Zorera, Solana, La Troncada, Freisno, Mieldes o Espinareu», señala Rubio, quien prosigue añadiendo que el suministro se realizaba desde Tuña. «La mercancía se recogía allí con un carro de bueyes. A Puentecastro se llegaba a través de un camino de herradura, convertido en pista en 1971 y asfaltado por primera vez en 1983», enfatiza.
En 1962, Alonso y Teresa dejaron al frente del comercio al mayor de sus seis nietos, también llamado Alonso Arnaldo, y a su mujer, Carmen Rubio. «Durante los años sesenta y setenta, Casa Alonso vivió su época de máximo esplendor. Se vendía muchísimo. Ferretería, tejidos, ropa o comestibles. Aquí se podía encontrar de todo», subraya Pilar Arnaldo, bisnieta del fundador. Y añade: «Incluso llegamos a tener un taxi. En 1973, mi padre adquirió un Land Rover de nueve plazas con el que, todos los jueves, llevaba gente a Tineo. Fue el primer coche del pueblo». Asimismo, el todoterreno de «Casa Alonso» incluso llegó a hacer las veces de funeraria. «Antes, los vecinos bajaban a los difuntos a hombros hasta Tuña», afirma.
«Casa Alonso» no sólo era un comercio donde pertrecharse. También fue escenario de numerosas bodas y un lugar donde no se perdonaba ni un solo día la partida de cartas. «Aún mantenemos esa costumbre. Todos los días, al anochecer, hay partida de tute. Hace muchos años, cuando era la época de la hierba, los paisanos jugaban hasta el amanecer y salían por la puerta de atrás a escondidas. Les daba vergüenza trasnochar tanto», señala entre risas Carmen Rubio. La tele era otro de los alicientes de este comercio. «Teníamos la única del pueblo. El bar se llenaba de gente para ver el "Un, dos, tres"», recuerda.
En el bar tienda ese ambiente lúdico perdura, a pesar de que en Puentecastro tan sólo permanecen habitadas siete casas. Fiestas como San Juanín, el amagüesto o la esfoyaza son fijas de su calendario. «Las celebramos todos los años», recalca Pilar Arnaldo, la cual señala que, además, siguen ofreciendo comidas a sus visitantes. «Nuestra receta por excelencia ha sido siempre el potaje de berzas con cabeza de cerdo, lacón y chorizo», matiza.
Quizá la faceta más destacada de «Casa Alonso» sea su labor social. Desde que fue inaugurado, el comercio no ha permanecido cerrado durante más de un día. Carmen Rubio se jubiló hace dos años, fecha en que traspasó el negocio a sus hijos. No obstante, le gusta estar en contacto con sus vecinos. «Se trata de gente muy mayor. Acuden aquí para reservar cita previa con el médico, para ponerse en contacto con el veterinario o, incluso a veces, para que les ponga una inyección», recalca esta mujer que entregó gran parte de su vida a la atención de sus mayores. «Ahora la mayor soy yo», señala ante la atenta mirada de su nieta, María Arnaldo, quizá el futuro de «Casa Alonso».
Nombre
Casa Alonso
Lugar
Puentecastro (Tineo)
Fundadores
Alonso Arnaldo y Teresa Arnaldo Garrido
Año de apertura
1923
Tipología
Comercio Mixto
Otros datos
Fue fonda durante años.
Puentecastro (Tineo)
Los cantares de los mozos y el sonido de los cencerros del «Folchequeiro» dejaron de sonar hace décadas en el valle tinetense de Xenestaza con la desaparición de las mascaradas de invierno. Alonso Arnaldo, vecino de Puentecastro, era uno de los enmascarados que recorrían los pueblos de la zona pidiendo el aguinaldo. Sus compañeros de comparsa le consideraban imprescindible pues su faceta como comerciante lo convertía en una persona conocida en toda la redonda. En 1923, cuando contaba veintinueve años de edad, Alonso y su esposa, Teresa Arnaldo Garrido, inauguraron un bar tienda que no abandonarían hasta su muerte, acaecida en 1982 y 1976, respectivamente.
«Cuando Alonso y su esposa se casaron, compraron una finca y construyeron el bar tienda, restaurante y fonda», comenta Carmen Rubio, nieta política del matrimonio. La situación del comercio era idónea. «Cada día se llegaban a juntar veinte caballos frente al establecimiento. Aquí se daban cita los vecinos de pueblos como Abedul, La Zorera, Solana, La Troncada, Freisno, Mieldes o Espinareu», señala Rubio, quien prosigue añadiendo que el suministro se realizaba desde Tuña. «La mercancía se recogía allí con un carro de bueyes. A Puentecastro se llegaba a través de un camino de herradura, convertido en pista en 1971 y asfaltado por primera vez en 1983», enfatiza.
En 1962, Alonso y Teresa dejaron al frente del comercio al mayor de sus seis nietos, también llamado Alonso Arnaldo, y a su mujer, Carmen Rubio. «Durante los años sesenta y setenta, Casa Alonso vivió su época de máximo esplendor. Se vendía muchísimo. Ferretería, tejidos, ropa o comestibles. Aquí se podía encontrar de todo», subraya Pilar Arnaldo, bisnieta del fundador. Y añade: «Incluso llegamos a tener un taxi. En 1973, mi padre adquirió un Land Rover de nueve plazas con el que, todos los jueves, llevaba gente a Tineo. Fue el primer coche del pueblo». Asimismo, el todoterreno de «Casa Alonso» incluso llegó a hacer las veces de funeraria. «Antes, los vecinos bajaban a los difuntos a hombros hasta Tuña», afirma.
«Casa Alonso» no sólo era un comercio donde pertrecharse. También fue escenario de numerosas bodas y un lugar donde no se perdonaba ni un solo día la partida de cartas. «Aún mantenemos esa costumbre. Todos los días, al anochecer, hay partida de tute. Hace muchos años, cuando era la época de la hierba, los paisanos jugaban hasta el amanecer y salían por la puerta de atrás a escondidas. Les daba vergüenza trasnochar tanto», señala entre risas Carmen Rubio. La tele era otro de los alicientes de este comercio. «Teníamos la única del pueblo. El bar se llenaba de gente para ver el "Un, dos, tres"», recuerda.
En el bar tienda ese ambiente lúdico perdura, a pesar de que en Puentecastro tan sólo permanecen habitadas siete casas. Fiestas como San Juanín, el amagüesto o la esfoyaza son fijas de su calendario. «Las celebramos todos los años», recalca Pilar Arnaldo, la cual señala que, además, siguen ofreciendo comidas a sus visitantes. «Nuestra receta por excelencia ha sido siempre el potaje de berzas con cabeza de cerdo, lacón y chorizo», matiza.
Quizá la faceta más destacada de «Casa Alonso» sea su labor social. Desde que fue inaugurado, el comercio no ha permanecido cerrado durante más de un día. Carmen Rubio se jubiló hace dos años, fecha en que traspasó el negocio a sus hijos. No obstante, le gusta estar en contacto con sus vecinos. «Se trata de gente muy mayor. Acuden aquí para reservar cita previa con el médico, para ponerse en contacto con el veterinario o, incluso a veces, para que les ponga una inyección», recalca esta mujer que entregó gran parte de su vida a la atención de sus mayores. «Ahora la mayor soy yo», señala ante la atenta mirada de su nieta, María Arnaldo, quizá el futuro de «Casa Alonso».
Nombre
Casa Alonso
Lugar
Puentecastro (Tineo)
Fundadores
Alonso Arnaldo y Teresa Arnaldo Garrido
Año de apertura
1923
Tipología
Comercio Mixto
Otros datos
Fue fonda durante años.
3 comentarios:
De cutiu, la xente pasa
ya’l tiempu fai outru tanto,
calteniéndose la casa,
ente la xera, mentanto.
Morréu yá l’enmazcaráu,
güei nun s’amarra col terciu,
anque’l bisnietu avezáu,
inda mantién el comerciu.
Torne dafeitu’l dimisu,
de payares a xineiru,
ya dende la Fana al Visu,
qué se sienta’l folchequeiru.
Tou lu qu’eiquí se diz ye la pura verdá...
(Vital Arnaldo dende Madrid per aciu de Pindesierra)
Bienvenido VItal, en muchas ocasiones nos habla Pin de ti. Un saludo
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